Abstract
Nuestro entorno ha cambiado: ya no nos encontramos en la sociedad
postindustrial, sino en la sociedad del conocimiento. Este nuevo
entorno nos ofrece cada vez más información y progresivamente tenemos
más problemas para captarla, tratarla y analizarla. Las actividades
de inteligencia nos ayudan a identificar nuestras necesidades de
información, a ver si la información que necesitamos existe y, en
el caso de que exista, dónde debemos ir a buscarla. A finales de
los años ochenta, empezó a desarrollarse una actividad llamada vigilancia
tecnológica, que consiste en el análisis del entorno tecnológico
de la empresa. En conjunto, dicha actividad de vigilancia intenta
sistematizar la recogida de información. A mediados de los años noventa,
sin embargo, se abandona el concepto de vigilancia y se empieza a
hablar de inteligencia competitiva: se trata del proceso de obtención,
análisis, interpretación y difusión de la información con valor estratégico
sobre la industria y los competidores, que se transmite a los responsables
de la toma de decisiones en el momento oportuno. En lo que concierne
al sector biomédico, concretamente, las fuentes de información son
muchísimas y muy diversas: bases de datos, Internet, clientes, proveedores,
estudios de mercado, estadísticas, patentes, información de productos,
prensa diaria, especialistas del sector, etc. Ante esta gran diversidad,
la capacidad de integrar información procedente de fuentes diferentes
y en diferentes formatos es, por lo tanto, fundamental.
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